La campaña de difusión denominada "Evitemos Melanomas Ahora" tiene por fin advertir de manera muy simple a cualquier persona y de cualquier edad, cuál es el grado de riesgo por exponerse directamente al Sol en ese lugar y en ese momento.
La principal causa de la aparición de melanomas se debe a la acumulada y malsana exposición de la piel directa al Sol al cabo de los años. Dado que la radiación solar que llega hasta la superficie terrestre se ve en parte atenuada por la acción de la atmósfera, cuanto mayor es la altura del Sol en el cielo (o sea, cuanto más perpendicularmente incidan los rayos solares y por tanto menor sea la porción de atmósfera interpuesta), mayor será el perjuicio para la piel. Es por ello que los dermatólogos advierten muy seriamente acerca del riesgo de tomar sol cercano al mediodía en verano -- esto es, durante aquellos períodos cuando el Sol permanece muy alto en el cielo.
Sin embargo, la expresión "tomar sol cercano al mediodía en verano" es de por sí ambigua. ¿Cuál es el intervalo "cercano al mediodía" potencialmente perjudicial para la salud? Algunos dicen entre las 10 y las 16 horas, otros entre las 10:30 y las 17 horas, o cualquier otro intervalo parecido. De hecho, la alusión al mediodía debería referir al mediodía solar, esto es, no a las 12 horas de nuestros relojes de pulsera sino al momento cuando el Sol alcanza ese día su punto más alto en el cielo local.
Incluso la referencia al "verano" no es del todo correcta, dado que soslaya el hecho objetivo que durante la primavera el Sol alcanza las mismas alturas que durante el verano (por ejemplo, la trayectoria aparente del Sol en el cielo durante el día 21 de enero es exactamente igual que para el día 21 de noviembre, o que la trayectoria del 21 de febrero es la misma que la del 21 de octubre). Y ciertamente, no es lo mismo el riesgo de exposición al Sol durante el 21 de diciembre, que durante el 21 de enero o el 21 de febrero.
A tales efectos, hemos ideado y desarrollado el Semáforo Solar (cuya patente estamos tramitando).
Se trata básicamente de un particular reloj solar (técnicamente denominado cuadrante ecuatorial) al que le hemos introducido las curvas que se corresponden cuando, para cada día del año, la altura del Sol en el cielo local alcanza los 45 grados, y cuando se ubica a los 50 grados. Tan solo estos 5 grados de diferencia hacen que la intensidad de la radiación solar a los 50 grados de altitud sobre el horizonte resulte ser un 10% mayor que a los 45 grados.
El Semáforo Solar se instala sobre el exacto eje norte-sur, con una inclinación exacta a la co-latitud del lugar – de forma tal que resulte paralelo al plano del ecuador terrestre – y por tanto con el elemento central que lo atraviesa siendo paralelo al eje de rotación de la Tierra. A lo largo de cualquier día del año el Sol iluminará una sola de las caras del semáforo (la superior durante la primavera y el verano, la inferior durante el otoño y el invierno) salvo exactamente durante los equinoccios (cuando durante todo tales días el Sol incidirá de canto).
La punta de la sombra del elemento central es la indicación del semáforo. Si la punta de la sombra en ese momento cae sobre el área pintada en verde, el Sol se ubica en el cielo local a menos de 45 grados sobre el horizonte, y por tanto exponerse directamente a sus rayos resulta un riesgo menor. En cambio, si la punta de la sombra incide sobre alguna de las zonas pintadas en amarillo significa que la altura del Sol se ubica entre los 45 y 50 grados, por lo que su acción directa sobre la piel sin protección ya conlleva cierto riesgo. Por supuesto que si la punta de la sombra incide en la zona roja del semáforo, el riesgo de recibir directamente su radiación en la piel es muchísimo mayor.
